"Mucha gente olvida que la palabra crisis lleva implícita una oportunidad, para crecer, para cambiar algo o simplemente, para saber que por ahí no vas bien. Sólo tú puedes saber para qué usarás esa oportunidad" ( Frase de mi madre,tan chiquitita y tan grande a la vez)
Creo que me he pasado la mayor parte de mi vida huyendo, huyendo de cualquier cosa que me hiciera sufrir. Realmente, es lo más fácil, das un portazo y te vas sin mirar atrás, sin plantearte nada.
Me aterraba sufrir, supongo que porque me consideraba frágil y porque cuando estaba en un mal momento, no podía pensar en nada más que en lo horrible que era aquello y en que nunca terminaría. Así que corría, huía de todo: de los problemas, de los demás, de mí misma.
En el fondo,creo que esa es la base de este trastorno, al menos para mí: todas esas obsesiones (con el cuerpo,la comida, hacerse daño...) son una vía de escape para no enfrentarte a lo que hay fuera de tu cabeza, porque sientes que no eres capaz de hacerlo.
Pero tampoco lo intentaba, era demasiado aterrador intentar hacer algo.
Me costó mucho tiempo darme cuenta de que tenía que dejar de mirar a otro lado, porque eso no hacía que los problemas desaparecieran, no, tenía que sacar las fuerzas de donde no creía tenerlas y hacerle frente. Aunque no supiera como.
Pero al final te enfrentas a ello, y contra todo pronóstico, sales viva.Y descubres que eras más fuerte de lo que pensabas, porque ser fuerte no consiste en no tener problemas, o que no te derrumbes nunca, sino en enfrentar la situación sacando una enseñanza de ello.
Consiste en coger todo ese sufrimiento, darle un significado y que te haga crecer. Al final, de mis mayores errores y momentos de crisis es de los que más he aprendido, a veces sobre el mundo y otras sobre mí misma. Es un proceso complicado, pero nadie dijo que madurar fuera algo fácil. Es algo como cuando estás a punto de pegar el estirón y te duelen las rodillas. Necesario, aunque incómodo.
Por eso, cuando alguien me dice que lo he debido pasar mal, tiene razón. Pero con el tiempo, el dolor y las crisis se diluyen y pasan a ser como esos "dolores de crecimiento" de los que hablábamos que, a la larga, pierden su importancia en comparación a todo lo que te aportaron.
Y sobre todo, sé que mi historia, con sus crisis y errores, es lo que me ha convertido en la persona que escribe estas líneas. Y lo cierto es que me gusta esa persona.