"No one knows what is like
to be the bad man
to be the sad man
behind blue eyes"
Limp Bizkit "Behind Blue eyes"
Siempre he contado que esta canción es como la banda sonora de mis momentos más depresivos. Era como la última de una larga lista de canciones que como escalones me iban sumiendo más y más en la oscuridad. Ese lugar al que yo llamo poéticamente "oscuridad", es donde ya no tienes esperanza ni ganas de luchar, donde no te sale una sonrisa de verdad, donde nada te importa salvo tu propio sufrimiento. Llegué a pasarme tanto tiempo allí, que ya lo sentía como una parte más de mí, me sentía hasta cómoda, no me planteaba que existiera otra forma de despertarse cada mañana que no fuera arrastrándose sin ganas de nada, ni que yo no fuera una persona triste.
Lo peor de todo, es que salir de allí hubiera sido tan fácil como pedir ayuda, con eso ya me habría sentido algo mejor. Pero yo estaba demasiado ensimismada con mi sufrimiento como para darme cuenta de que había todo un mundo a mi alrededor, que mi tristeza no tenía porqué ocupar cada rincón de mi vida.
Con toda aquella oscuridad, era incapaz de vislumbrar las caras conocidas a mi alrededor que me podrían entender o al menos escuchar, ni era capaz de ver las cosas bonitas que a mi alrededor sucedían.
Yo en cambio, sólo podía pensar en que esto me estaba matando lentamente y que nadie me ayudaba, nadie parecía ser consciente. Me autoconvencía de que aunque pidiera ayuda no serviría de nada, que no lograrían comprenderme. Y eso aumentaba mi tristeza y mi desesperanza, porque me llevaba a pensar que, mientras yo me desintegraba, el mundo parecía girar sin que aquello le importara lo más mínimo.Que daba igual lo que a mi me sucediera, porque estaba completamente sola.
Pero empecé en el grupo de terapia, y la cosa cambió. Me encontré con un montón de gente en la misma oscuridad que yo y me enseñaron cómo combatirla, cómo escalar esos peldaños y dejar que la luz entrara poco a poco en mi día a día. Aprendí que tenía que pedir ayuda y pronto me dí cuenta de que todos tenemos nuestra propia "oscuridad", incluso la gente a la que consideras más feliz del mundo, todos tenemos días grises en los que nos sentimos derrotados por la vida. Y también que curiosamente, a veces el mejor remedio para tu sufrimiento es dejar de pensar en él y centrarte, tomar perspectiva.
Y está claro que a ninguno nos gusta sentirnos tristes, pero precisamente creo que son esos días los que nos forjan como persona.
Aquellos en los que debes elegir entre pedir que alguien te tienda la mano para ayudarte a salir ;y abrazar la oscuridad y que vuelva a formar parte de tí.
Y debo asumir que como humana que soy, seguiré cayendo en ella, y luchando, pero la diferencia es que ya conozco el camino de vuelta y que nunca más lucharé sola.
(Este post es 100% autobiográfico, algo más que los otros, pero es un sentimiento que me parecía fundamental explicar en cuanto a mi enfermedad en concreto)
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