viernes, 11 de marzo de 2011

Mi cisne negro

Llevo un par de semanas, desde que me quedé impresionada en el cine con esta película, que vengo pensando en escribir una entrada sobre ella, sobre ese cisne negro, ese otro yo con el que lucha Nina.
 Supongo que, aunque no a lo mejor tan claramente, todos luchamos contra esa parte de nosotros que puede ser malvada, que nos pone la zancadilla, que se ríe de nuestras desgracias. Y de un modo u otro, en algún momento, esa otra parte nos enseña su cara.

Durante un tiempo, al igual que Nina, también tuve la sensación de que dentro de mí habitaban dos personalidades completamente distintas: 
Por un lado estaba yo, una niña asustada del mundo y de los demás y que se sentía torpe, frágil...La que creía que nadie la querría y que de hecho, no era digna de ello.
Y por otro lado estaba a la que en un principio era la personalidad fuerte, la que me daba fuerzas, pero despues se convirtió en otra cosa. Se convirtió en alguien oscuro y cruel, que se alimentaba de mi dolor, y que llenaba mi cabeza con palabras horribles acerca de mí. Era casi una torturadora, haciendome creer que me merecía todo aquello, que yo misma me lo había buscado y que nunca podría salir de ahí. Era impulsiva, y cruel también con los demás y tremendamente autoexigente, nunca era suficiente, nunca estaba bien lo que hacía. Se convirtió en mi enfermedad.

Pasé mucho tiempo con esta idea en mi cabeza, aún cuando ya estaba en tratamiento, seguía disociando entre mi enfermedad y yo. De esta forma, la enfermedad era la culpable. Ella me había seducido con pedacitos de calma y sus promesas de hacerme fuerte. Y yo sólo la había seguido. Era ella la que me hacía daño, el enemigo era alguien externo a mí.
Pero en el fondo, siempre supe que esta visión era un engaño para protegerme. Porque era mucho más fácil ponerlo en algo externo a mí, entonces yo no habría cometido errores, yo no sería la mala, yo sólo sería la victima de un ser malvado. Ya no me sentiría culpable por todo el daño que había causado a mi alrededor ni a mí misma.
Era mucho más duro enfrentar la realidad, que era yo la que me decía todas esas cosas horribles, que era yo la que me devolvía una cruel mirada desde el espejo del baño. Que fui yo quien hizo daño en muchas ocasiones a mis padres, a mis amigos... A gente que sólo quería ayudarme. Y saber que esa persona cruel y torturadora vivía dentro de mi cabeza, y que aunque esté dominada, no es algo que se pueda expulsar como una posesión demoníaca. 
Nunca la había contado esto con tanta sinceridad a nadie, supongo que porque esa parte y esos recuerdos aún me estremecen. Pero también creo que todos tenemos una parte saboteadora y que luchamos contra ella día a día, tal vez no de un modo tan directo y consciente como yo. Y eso no nos hace malas personas ni monstruos, nos hace humanos. 
Y tampoco debe hacernos sentir culpables, porque lo importante no es cual sea nuestra naturaleza, si no lo que le permitimos que haga con nosotros, si dejamos que tome el control. Ya sé en lo que me puedo convertir,  pero ahora soy mucho más fuerte, ya no necesito ocultarme más, y sé que aunque fuera yo la que hiciera todas esas cosas y a veces me sienta culpable por las consecuencias que han causado, también me ha enseñado mucho conocer a mi cisne negro, y aprender a convivir con ella.

1 comentario:

  1. La eterna lucha entre el bien y el mal. Tienes razon, todos tenemos una parte oscura, lo importante es conocerla y tener la fuerza para elegir no hacer lo que nos seduce a hacer, por que es mas facil rodar cuesta abajo que subir paso a paso la montaña. Animo que tu puedes! ya casi has llegado a la cima.

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